domingo, 20 de enero de 2013

PARTE III



En un departamento parisiense se reúnen los miembros directores de una sociedad secreta llamada El Azufre Negro, que ya tiene sucursales llamadas “logias negras” en cerca de veinte países. Dichos grupos son muy herméticos. La razón es clara: han sido involucrados en crímenes, pero aun sin poder detener a un solo miembro. Hay que ser cuidadosos. Actuar en la clandestinidad y comprar a jueces, políticos, miembros de la Iglesia, ¡a quienes sea!

La preside un hombre de unos cincuenta años, de lentes, canoso, algo robusto y mirada dura. No son más de doce personas. Entre ellos, Juliette, quien debido a sus capacidades en criptografía, elaboración de perfumes, guía de rituales y sus avanzados conocimientos de hebreo, árabe y latín, había entrado en la Orden, subiendo de grados con una rapidez que nadie –salvo obviamente los fundadores- en su historia logró. En solo dos años, había superado difíciles pruebas y demostrado con creces que merecía estar en el Círculo Interior.

Quien estuviera en el departamento vería una decoración que mezclaba el lujo, lo antiguo y  lo macabro. En un lugar privilegiado había un dibujo original de Goya de su serie “Los caprichos” (y del cual solo escasos expertos en arte sabían de su existencia, mas no de su domicilio), y muy cerca otro del mismo pintor una pintura no catalogada donde se plasmaba el feo rostro de una bruja. También existían borradores de obras de Austin Osman Spare y muchos objetos con representaciones eróticas pertenecientes a viejas culturas precolombinas, babilónicas y del África. Pero el motivo más recurrente era el diablo, el ser con cachos que en ocasiones era el fauno y otras el bafomet; y también, la serpiente bifronte.

El Sumo Maestre hablaba con voz enérgica pero aguda:

-         Quiero felicitar a Juliette, quien ha mostrado avances en la investigación. Hasta ahora hemos podido traer seres del mundo sutil, los “elementales” del folklore. A veces son seres que permiten ayudarnos en las operaciones mágicas, pero en general no son más que entidades traviesas del todo inicuas para la obtención del poder y del conocimiento. Ni siquiera los “Fragmentos Verídicos y Demostrables del Necronomicon” recopilados por Walter Donover en 1880 y que pudimos descubrir y extraer del Museo Británico nos han ayudado a abrir portal para hacer caer definitivamente sobre este mundo a La Amoralidad, La Lujuria y La Demencia, las virtudes de nuestra Orden.

A continuación, hizo una señal para que Juliette se acercara, y le solicitó que hablara.

-         Gracias, Sumo Maestre. Lo que puedo adelantar es que he podido encontrar el tratado “De las diferentes clases de demonios, súcubos, íncubos y sátiros”. Se hallaba en una biblioteca de nuestro querido Paris, encuadernado falsamente en un libro que estaba catalogado como teología católica. Ironías del destino. O en realidad, inteligencia de su dueño que usó esta técnica para que los malditos inquisidores no lo rastrearan. Bueno, el caso es que un viejo brujo holandés que vivió aquí en Francia durante la ocupación alemana y que falleció hace cinco años me dio algunas claves para encontrarlo. Pero no fue fácil. Ahora el libro… está aquí, con nosotros.

Una exclamación grupal se escuchó. ¡Por fin, el mayor libro de magia negra estaba a disposición de una Orden mágica para que lo utilizara en sus oscuros fines! Pocos ocultistas y magos conocían la existencia de este libro y solo los más cualificados habían escuchado sobre él. Pero, estar frente a frente a este manuscrito anónimo –no faltaba quien creía que lo había escrito el mismo demonio- era algo aun mas raro. Poder ver esos grabados que contenían un saber único, era el lujo de una elite.

Mientras algunos miembros del grupo observaban atónitos el viejo manuscrito, Juliette continuaba con su discurso:

-         He leído el libro y puedo dar fe que es extremadamente coherente y poseedor de un saber no humano. Hay algo, una sustancia o cualidad, que lo hace diferente a los demás grimorios. No, éste no es un simple texto de magia. Acá esta la gnosis de los abismos. La explicación de los seres sobrenaturales y de cómo atraerlos, incluso, y éste es lo más original, de cómo atraer a los seres del inframundo, abriendo portales con el empleo de figuras geométricas y palabras de poder o mantrams.


Francois Lacoste, el Sumo Sacerdote, sonreía. A través Juliette, esa chica bella, arriesgada e inteligente, había logrado lo que ni muchos magos podían ni siquiera la fuerza del dinero. Tal vez, solo Crowley pudo realizar esto, cuando en Egipto se comunicó con el demonio Aiwass. Pero, dentro de todo el supuesto 666 no era otra cosa que como había dicho un músico de rock pesado “el típico mago blanco”, pues jamás quiso el imperio del mal en el planeta. Su carácter provocativo solo servía para los tiempos en que vivió y hoy un Crowley no sería un ser especial. Lo importante, pensaba Lacoste, era obtener un poder que desencadenara el caos social en todo el mundo. Y esto se lograría a través de la llegada no solo de un demonio, sino de miles. Los valientes los adorarían, los cobardes serían el bocado.

sábado, 29 de diciembre de 2012

PARTE II



El día es cálido y agradable en gran parte de Francia. No obstante ello, hay manifestaciones y contramanifestaciones en la Plaza Des Vosges de Paris. Empiezan las escaramuzas, los enfrentamientos entre ambos grupos y la policía se muestra tan violenta como ya es habitual.



Sin embargo, Juliette está en una biblioteca pública, cómoda contemplando grabados de tiempos lejanos. Su gusto por la magia y brujería proviene de su adolescencia cuando conoció a Tamara Dollton, quien le mostró la realidad de ciertos hechizos. Con los años fue avanzando en el Arte, desarrollando facultades psíquicas y logrando impecabilidad en los ritos.

Los grimorios seguían siendo material de consulta; pero cada vez su interés se centraba con mayor fuerza en los más antiguos.

También le fascinaba la mitología, pues comprendía que los viejos dioses habían sido relegados por el cristianismo al nivel de demonios. De esta forma, no es que los dioses viejos hubieran muerto sino que para la política cristiana había sido más útil llamarlos demonios, y así justificar la persecución la brutalidad en la lucha contra paganos, herejes y brujas. De esta manera cuando se mataba a una bruja no se estaba cometiendo un acto brutal contra la pobre anciana sino que se estaba purificando al mundo de la perniciosa influencia de Satán.

Ahora estaba frente a un manuscrito de autor anónimo titulado en español “De las diferentes clases de demonios, súcubos, íncubos y sátiros”. Era un tratado que milagrosamente había sobrevivido el fuego inquisitorial debido sin duda a que venía encuadernado junto a un texto de teología católica.

En dicho tratado existía una serie de cincuenta dibujos que representaban todo tipo de seres monstruosos imaginables. Pero, a Juliette solo le interesaba uno: el hombre de cuernos.

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Cuando Jennifer volvió a su departamento sintió dos cosas opuestas.

Por un lado, un sentimiento cercano al horror por haber visto los extraños dibujos de su compañero de trabajo; y por otro, soledad.

Sí, soledad.

¿Por qué estaba sintiendo aquello, ella que se caracterizaba por su independencia? No quería admitirlo, pero se había sentido muy grata junto a Christopher. Aunque ya había intercambiado algunas frases con él, jamás se había dado, hasta ahora,  la oportunidad de conversar de cuestiones distintas a lo meramente profesional.

Salió al balcón, pero antes prendió la radio y puso un CD que recopilaba las canciones que a ella más le gustaban.

Tomó un cigarro y lo prendió. Se sentó y vio el manto azul cubriendo la ciudad. Abajo algunos vehículos se dirigían posiblemente al hogar de sus dueños. Más allá dos jóvenes caminaban alegremente,

La ciudad le pareció un cuadro entretenido.

Y al ver su reloj, quedó impávida: eran casi las 04 AM; y en pocas horas más debería levantarse…


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Estamos ahora en Egipto, más precisamente en esa populosa ciudad llamada El Cairo. No muy lejos se encuentran las pirámides, como claro testimonio de la existencia de una gran civilización en las regiones del Nilo.

Un niño corre despavorido. Ha ido junto a dos amiguitos a la inmensa necrópolis de la ciudad. Pero, ellos se han perdido en las galerías. Sólo él pudo salir del laberinto de tumbas. Y, sin embargo, lo más terrible no fue el perder a sus amigos, sino lo que vio…

Cuando por fin encuentra a su padre saliendo de la mezquita As-salam, le cuenta una historia increíble. El padre le pide que se calme. Lo invita a tomar un té; pero nada. El corazón del niño sigue dando latidos de carrera…

Entonces, el padre decide escucharlo con más atención y sin prejuzgar.

Cuando termina el niño de hablar, el padre recita del sagrado Qur´an la sura an-Nas. La surah que se emplea para luchar contra el mal de ojo o las maldiciones.

El sol sigue quemando; pero por breves segundos ocurre algo extraordinario y el astro rey casi no se ve: Un enjambre de moscas prácticamente lo ha tapado.


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En distintos lugares del mundo empiezan a ocurrir cosas espantables. Hay quien informa sobre muertos que salen de sus tumbas; otro expresa haber descubierto a demonios realizando festines macabros; además hay una gran cantidad de personas que se suicidan sin jamás haber mostrado síntomas depresivos, drogadicción, crisis económica u otro motivo esperable.

Posiblemente por la distancia en que ocurren estos hechos nadie ha podido unirlos, confrontarlos y reflexionar sobre un origen común.

Son los signos de los tiempos dirán grupos fundamentalistas cristianos; son los días de espera de la llegada del Mahdi dirán musulmanes chiítas; la “venganza” de la Pacha Mama o el nuevo imperio del Tío, dirán indígenas del Perú y Bolivia.

Algo está ocurriendo, el aire no es el mismo.

Christopher lo intuye; pero aun no lo comprende ni capta su envergadura.

Han vuelto las pesadillas que tuvo en su niñez. Ha vuelto el miedo por una cosa que se desconoce pero que es real.

El hombre de cuernos… Ese ser que vio un día en el jardín de sus padres y que pensó olvidado en algún lugar remoto de la consciencia, volvía con fuerza a su vida. ¡Cómo hubiera deseado no haberlo visto más! No haberlo contemplado aquella noche que su jefe lo requirió.

Pero se había topado con él en una avenida de su existencia.

Y debería enfrentarlo. Resolver de una vez el dilema, costase lo que costase.


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Jennifer medita una y otra vez en Christopher, sus dibujos y el hallazgo de la creatura. Presiente que aquí hay líneas que deben conectarse. No duda en la veracidad de la narración de su colega y de sus trazos infantiles. Pero, ciertamente, es difícil entender todo esto.

Para relajarse enciende el televisor. Los programas de los canales son en su mayoría francamente estúpidos. Buscará, entonces, uno que transmita noticias.

Por fin encuentra uno. Sube el volumen y va a la cocina a buscar una bolsa con papas fritas (uno de sus vicios), un jugo natural y aceitunas. Mientras se encuentra allí escucha como el periodista empieza a hablar acerca del descubrimiento en un barrio marginal de Santiago de Chile de un ser posiblemente alienígena… ¡No lo puede creer!

Deja lo que estaba haciendo para volver raudamente al living-comedor.

Lo que el televisor muestra la impacta. Siente mareo. Y con razón: ¡allí frente a sus ojos aprecia a un ser del todo semejante al de calle Hazen!


domingo, 23 de diciembre de 2012

PARTE I




Christopher escuchó el sonido del celular: lejano, vaporoso, intangible. Su mente aun seguía en el sueño y la realidad lo atravesó como un rayo molesto y ominoso.

04:29 AM.

Otra vez la llamada.

Otra vez la interrupción.

04:30 AM.

Con desgano se sentó en  la cama, dirigió su mano izquierda al velador y tomó el aparato electrónico.

-       -  Necesito que vengas, urgente! Ha ocurrido algo que llamará tu atención. Dirígete a calle Hazen, esquina de Avenida 20. ¡Ven pronto!

La voz era de Tomás Basnovich, su jefe.  Sabía que de no ser algo imperioso no hubiera interrumpido su descanso, y habría recurrido sin más a otro. ¡Había tantos idiotas en el Departamento Policial de la ciudad que podían realizar el trabajo! Pero, no. Debía haber un motivo que justificara su asistencia. Además, Tom había dicho en tono misterioso la frase “algo que llamará tu atención”…

No lo pensó dos veces y con gran rapidez se puso la ropa que estaba más cerca. Aunque arrugada -¡que más daba en la noche!-, sabía que no iba precisamente a una gala, una entrevista de trabajo o una graduación.

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Había bastante personal. Más que el de costumbre. Pero la policía no estaba tan cerca del lugar como lo hacían los detectives. Esto solía ocurrir. Había cierto roce entre ambas policías; y en casos como éste eran los detectives los que usaban todo el poder para apropiarse el protagonismo.

Allí estaba Tom.

-         Bien, bien, ya estás aquí. Siento haber interrumpido tus ronquidos, pero… Mira, anda en esa dirección y entenderás el porqué de mi llamada.

Lo primero que pudo divisar fue un charco de sangre; aunque el color era más oscuro que lo normal… Eso ya lo sorprendió.

Caminó.

Y luego vio algo que no podría borrar de sus recuerdos.

Yacía en el pavimento un ser imposible: enorme y en algo semejante a los humanos, pero que irradiaba una malignidad única, arcaica, animal.

Instintivamente retrocedió, pero luego al avanzar hacia la creatura, y voltear el sucio rostro se dio cuenta que en el lugar donde deberían estar los ojos, las cuencas se hallaban simplemente vacías.

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Era niño cuando por primera vez los vio. Estaba en el jardín de la casa. Jugaba con un chanchitos de tierra, protegido del calor estival. Habrá tenido siete años.

De improviso un ruido en el follaje.

Las hojas se movieron. Sintió miedo. El corazón se aceleró. No debería existir ese movimiento de hojas… No tenía mascota (perro, gato, etc.) como para buscar la justificación de dicho estremecimiento en el verdor.

Y lo que allí había se estaba acercando…

Dejó los chanchitos de tierra y se preparó para huir. Antes que lo hiciera vio a un ser inmenso semejante a la figura de Satanás que había visto en la iglesia, y que era atrapado por el arcángel Miguel.

Alcanzó a ver unos ojos púrpuras, tan púrpuras que la huida se aceleró.

Sin estar anunciado en la prensa el evento climatológico, el día se nubló. Como la infancia de Christopher.

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Los padres están en la salita de recepción, esperando que aparezca Christopher.

Acerquémonos. El padre está tenso, su mirada se dirige a un punto de la alfombra. La madre anhela fumar, y el reprimirse la angustia.

La situación los preocupa.

Desde hace varios días el niño dice que sueña con un ser gigantesco que lo atormenta. Es más, incluso dice haberlo visto. Esto le ha provocado una serie de problemas, como por ejemplo el no desear salir al patio o fuera de su pieza. En las noches duerme con la luz prendida. Incluso su relación con los padres es distinta; ahora se presenta esquiva. Si era un niño conversador, curioso; hoy es retraído. Además, ¡esos dibujos! No pueden ser  propios de un menor. En cambio, son francamente horribles, dado que muestran unos ojos rojos cargados de maldad, en un rostro verde y con cuernos.

El niño no es alguien que vea mucha TV ni que sea en exceso imaginativo. De allí que el punto sea aun más curioso y la solución apremiante.

Por esto Mamá y Papá están aquí. Esperando.

Alguien les recomendó concurrir donde la psicóloga infantil. Dejaron el trabajo de lado por unas horas; y ahora esperan.

Y el niño sale.

Luego, la profesional les pide a los padres que ingresen a su oficina. Mientras, Christopher deberá esperar con la secretaria.

En resumidas cuentas la psicóloga les comunica que todo es mera fantasía del niño, quien habría cambiado de conductas solo para llamar la atención. Que es típico de los menores imaginar ciertas cosas. Que posiblemente el ser hijo único explique estas conductas.

Bla. Bla. Bla.

Aun cuando los padres dicen estar tranquilos con el esbozo psicológico dado por la especialista, un halo extraño los acompaña. Algo les dice que la verdad no es tan simple.

Afuera, un pájaro emite un graznido agónico. Dos niños le habían arrojado agua caliente desde las alturas de un departamento.


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Jennifer es la única mujer durante años que ha podido captar de una manera tan fuerte la atención de Christopher. Ha habido chicas bellas, cuerpos tentadores; pero, eso no basta para Christopher. Y no es porque sea un moralista o un mojigato. No. Nada de eso. Simplemente, se aburre pronto con el placer físico SINO va acompañado de una interesante conversación, de una mirada insinuante, de un rostro inteligente, de una voz pausada, de alguien que como él ame el arte, etc.

Allí está la pelirroja frente a la mesa de trabajo. Se encuentra llena de papeles, que contienen en su mayoría fotografías de crímenes. Una mujer común no sería capaz de contemplar tanto cuerpo desmembrado, tantos cerebros desparramados, tanto líquido rojo que esparcido en el suelo. Una mujer común no soportaría estar tan cerca de la violencia y la muerte sin querer dejar de ver esa realidad.

Convengámoslo: Jenny no es común. Pero tampoco se piense que es morbosa, cínica o amante de lo brutal. No es una “chica gótica” ni una amante de las películas de zombie o del cine gore. Solo quiere hacer bien su trabajo, y llegar a conclusiones satisfactorias. Sí, eso. Pues la criminalística es desentrañar cómo y porqué se hizo un delito grave. Es poner bien las piezas de un puzle.

La muchacha viste una falda negra y una camisa blanca de lino. Las medias son caladas. Zapatos también oscuros. El pelo está algo desordenado, pero bellamente desordenado. Los labios son rojos y contrastan sensualmente en un rostro níveo. Tiene una mano sobre las caderas y la otra cerca de los labios, en actitud contemplativa. Imposible no mirarla. Imposible no dejarse llevar.

Ella se da cuenta que alguien la observa…

-¿Sí? ¿Me querías decir algo, Christopher?

La voz es suave, como la caída de las hojas en un día de fin de otoño.

Christopher, sorprendido, no sabe que decir. Simplemente quisiera seguir mirando al objeto de su ensueño; pero debe decir algo rápido, para no quedar como idiota.

- Sí, sí… Es algo referido al caso “Cuernos muerto”- así llaman los policías al caso del ser verde muerto encontrado en la calle Hazen.

Ella lo mira con una especie de paciencia que recuerda lo maternal. Lo invita a acercarse.

- Sí, puedes decirme…

- Quisiera contarte algo – la voz es un tanto trémula-. Es bastante personal, pero créeme que tiene relación con este misterioso caso. No sé… Tal vez a la salida de la oficina podríamos tomar un café y conversar. ¿Qué piensas?

En ocasiones como ésta, una sonrisa es suficiente señal de aceptación. Pero para más certeza le dice que sí, que no hay problema; es más, agrega con cierta coquetería,  que sería bueno conversar.

Christopher no puede creerlo.

Es curioso –pensó- darse cuenta que hechos en principio negativos, como la misteriosa muerte del ser de la calle Hazen,  pueden abrir puertas.

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En un lugar del Mundo Interior hay una reunión donde se encuentran los más importantes dignatarios zeneks. Hombres con finas capas de avardilio, sacerdotes con el Gran Signo Amarillo, Príncipes con sus típicas togas esmeraldas.

Es un grupo que no se había reunido en a lo menos trescientos años. La última vez el motivo fue la intromisión de unos mineros en Tierra Sacra Ahumarí. Aun cuando aquélla no había sido intencional, vieron demasiado, por lo cual se debió recurrir a un mecanismo de hipnosis que  a los mineros les borró de la mente sus últimos días. Cuando fueron dejados en el Mundo Exterior y encontrados por sus familiares había pasado una semana. El misterio se olvidó pronto, salvo por sus mujeres y sus hijos.

Pero, ahora el asunto podía ser más grave. Los malditos zunevs estaban buscando alimento en el Mundo Exterior. Esto podría generar grandes metamorfosis e incluso llegar a alterar el Orden que creó el Maestro Zenekbayán hace millones de años.

Sin duda, aunque esto fuera extraño no era del todo nuevo. Y alrededor de una vez por siglo se sabía de un caso de zunev que había querido subir al mundo de los hombres. Había, eso sí, algo novedoso: ahora eran verdaderos grupos de zunevs los que estaban iniciando un avance, que incluía tanto aldeas como grandes ciudades.

Lo anterior debería traer efectos perniciosos. Por un lado, la población humana se vería alterada en su pseudo-certeza-existencial, y en ciertas zonas como villorrios y pueblos pequeños aquélla podía disminuir rápidamente. Por otro, los humanos más capaces podrían darse cuenta que la guarida de los zunevs es el Mundo Interior, lo que desembocaría una invasión no sólo a éstos sino a los zeneks.

Durante mucho tiempo se había logrado resguardar el Mundo Interior de la visita de extraños. Las pocas veces que se había hecho comunicación, era solo porque los zeneks lo estimaban, y ello en casos muy específicos. Era esta la razón por la cual en territorio del Tíbet y Mongolia habían surgido leyendas como la del Rey del Mundo, Aggharta, Shamballah, etc. Un intercambio de información siempre era deseable, sobretodo para mostrar a los humanos la necesidad de una senda espiritual, pero ello solo con la elite del Mundo Exterior. La gente común se alarmaría al tomar conocimiento que  bajo sus “seguras” ciudades había un sistema tecnológico mucho más grande, con vías que comunicaban de un continente a otro, con energías desconocidas para los hombres incluso más poderosas que la bomba atómica, y lo más importante: el secreto de la inmortalidad. O en verdad, “inmortalidad relativa”, pues los zeneks sí podían morir, pero no por causas relacionadas con el desgaste de los órganos físicos a través de los años o enfermedades, sino únicamente por vías que implicaran la separación de las partes del cuerpo (mutilaciones, decapitaciones, etc.) o deterioro gravísimo del órgano vital causado por agente exterior. El caso de los zunevs era parecido, aun cuando la extracción de órganos menores como los ojos también podría implicar la muerte.

Los zeneks habían sido encomendados para resguardar el Orden de este planeta. Y por eso no podían permitir la actitud rebelde de los zunevs. Estos últimos habían sido relegados a las Zonas Muertas del Mundo Interior, una amplia región desértica, carente de agua, que casi no tiene sectores planos donde construir ciudades. Además, allí viven los dragobops, unos dinosaurios extremadamente sanguinarios; por lo cual no es extrañar la muerte de un zunev a manos de uno de estos animales.

Sin duda, esta relegación estaba favoreciendo la huida de los zunevs al Mundo Exterior.

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Café “La mantis sagrada”, en New York. 

Christopher muestra a Jennifer unos dibujos de la infancia. Ella siente vértigo. Las líneas en el papel arrugado y amarillento grafican a seres de la misma estirpe que “Cuernos Muerto”.

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La reunión de las altas dignidades del Mundo Interior estaba tomando un color gris. Aun cuando los zeneks no eran seres especialmente apasionados, cuando se trataba de mantener el Orden no dudaban en expresar sus argumentos de manera directa y firme.

- Lo que yo temo es que exista una alianza entre los  Cultos Innominables y los zunevs. Ustedes comprenderán que esto puede acelerar las cosas, y así nuestros enemigos pueden incluso crear un imperio en el Mundo Exterior –habló Zarkofank, Príncipe del reino de Idilia.

- Es difícil… aunque no imposible.  Ciertamente, como dices esto aceleraría la crisis. Ello siempre que hubiera seguidores de los Cultos Innominables. Pienso que  hoy día están prácticamente desarmados. La gente en la superficie está dominada por la religión llamada racionalismo, y ni creencias en dioses, supercherías o lo que fuere distinto a la lógica comprobable, tiene asidero. Los humanos no siguen más que a sus estómagos, la moda o los músicos de esa infernal música llamada “rock” –contratacó Miles de Vurodia, uno de los representantes del Connubalis, especie de parlamento permanente.

Un anciano, de nombre Kurtt Varamor tomó la palabra.

- Hay que ser prudentes. Y ver todas las probabilidades. ¡Todas! Nuestros guerreros han matado a algunos zunevs que iban a hacer de las suyas en el Mundo Exterior. Pero, cada vez sabemos de más casos y tememos que no podamos controlar esta plaga. Hay referencias de invasiones a cabañas en el campo, pero también a algunos barrios de ciudades. Aun cuando actúan normalmente de noche, no dudamos que ya hayan sido vistos por varios humanos. Cuando los casos sean muchos más, los humanos a pesar de su normal estupidez dirán que no se trataba de locura lo que decían los primeros “contactados”, sino que un ataque. Y empezarán a indagar, y tal vez lleguen a saber de nuestro mundo. Entonces, estaremos aniquilados, pues su ambición es gigantesca. Querrán conocer y obtener nuestros secretos, nuestra energía, nuestros metales… y aun cuando pudiéramos destruirlos con la tecnología que tenemos, los humanos son tantos que nos librarían una guerra espantosa. Pero, aun cuando no llegásemos a tan extremas conclusiones, el simple hecho que sepan de la existencia de los zunevs ya es bastante y provocaría una alteración del Orden que nos acarreará nefastos resultados.
Se detuvo para tragar saliva y respirar con más calma. Luego, siguió.

- ¡Es el momento en que debemos detener el avance de los zunevs! Más tarde, podría ser fatal. Y, por cierto, no hay que descartar una posible alianza entre aquéllos y los seguidores de los Cultos Innominables. Nuestros informantes nos han indicado que La Logia de la  Serpiente Negra desde hace una década está intentado abrir un Portal, y es posible que a través de aquel estén llegando los zunevs al Mundo Externo.

El rostro del anciano se hizo melancólico y detuvo su discurso. Si uno pudiera leer su mente sabría que pensaba lo siguiente:

“La serpiente negra bifronte… el viejo símbolo. Siempre la lucha es contra ella y lo que encarna.”